
Esta es la historia de otro pájaro recolector de historias. Más que recolectarlas, las coleccionaba o mejor dicho vivía de ellas: tenía su nido hecho de rollos de papel filme.
Su día era algo particular, como su vida misma. Pasaba los días buscando proyecciones de cine en su ciudad, mirando carteleras y subrayando los horarios que ofertaran películas de la única temática que le interesaba: ‘ la migración’. Tenía todo fríamente calculado, cuando acababan las funciones y todo el mundo se iba del cine, el pájaro robaba el rollo, sacaba la cinta y salía volando de allí. Volvía a su nido a poner otro rollo más. Anhelaba la llegada de la noche. Era su momento de luz. Y es que literalmente cuando llegaba la noche la luz de la farola pública, que alumbraba bajo el árbol donde tenía su nido, se prendía y proyectaba contra las hojas del árbol, miles de escenas de historias migrantes.
Nadie conocía los motivos del pájaro: tal vez le gustaba dormir bajo la luz de las escenas del cine, o quería estar cobijado por el calor de las historias, o tal vez solo le gustaba dormir soñando con volver a migrar a su casa, esa de donde lo sacaron a la fuerza. El pájaro sabía que de todas las historias de migración que recolectaba a diario había unas en particular que lo dejaban anonadado, las de su tierra. Cada que recordaba su tierra, su familia, su comida, sus olores, sus colores, no podía evitar entrar en un estado de confusión.
Después de tanto tiempo de vivir en el nuevo lugar y de tanto tiempo de recolectar historias de migración, el nido estaba a reventar de rollos fílmicos. Un domingo, mientras ordenaba la casa, el pájaro decidió dejar en su nido solo las películas que más le gustaran. Después de toda la tarde desenmarañando al final solo le quedaron los rollos fílmicos que hablaban de un lugar en particular: su casa.
El pájaro tenía en su nido las mejores películas que hablaban de las historias de migrantes de su tierra natal. Ya podía verlo con claridad, el sentimiento de confusión que le ocasionaban las películas que hablaban de su casa, se había transformado en una necesidad inminente de darle sentido a su nueva vida, rodeada de historias de su casa, pero en un árbol de otro país.
¿Cómo ordenará el pájaro su nido? ¿Podrá encontrar sentido a su nueva vida?
Tras cientos de noches de proyecciones, de ver historias de su tierra natal y de miles de sensaciones, al pájaro le empezó a rondar en la cabeza una pregunta: ¿Qué hacer con tantas historias sobre la migración?
El pájaro migrante decidió abrir en su nido un cine club, al principio no llegaba nadie, pero poco a poco comenzaron a asistir más pájaros de la ciudad donde vivía, el cine club “el nido” se había convertido en un éxito.
Un día después de una función cuando todos los asistentes se habían ido, en la parte de atrás del nido quedaba un solo pájaro llorando. El pájaro migrante se acercó a él a preguntarle que sucedía y el pájaro llorón le contestó que el también era migrante de la misma tierra de la película. Fue un momento emocionante: abrazos, lágrimas, conversaciones, risas y miles de emociones entre los dos pájaros.
Los pájaros amigos decidieron llevar el cine club más allá, para poder encontrarse con más historias y más pájaros que hubieran pasado la misma situación de migración forzada. Trabajaron, se organizaron e hicieron realidad ¡EL FESTIVAL DE CINE COLOMBIA MIGRANTE!
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