Este performance que data su origen del Paro Nacional del 2021, busca ser la personificación misma de lo que es Colombia: un país al desnudo frente a una situación de violencia, aspereza y profundo dolor. El movimiento que se retrata busca ser una base para la empatía y funcionar como identificación del dolor de un territorio entero. Cada color reflejado es una implicación distinta: el amarillo expresado como belleza, el azul como tristeza y el rojo como rabia e impotencia. La mezcla de todos: una amalgama y maraña de sentimientos, preguntas sin respuestas y un agotamiento que prevalece a través de los años. La composición de audio, más que complementar, funciona como extensión misma de la desgarradora sentimentalidad del paisaje político. Un cuerpo no es, ni debería ser, territorio de violencia. Nuestro cuerpo es Colombia
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