
“Pienso que, en lo personal, logré una cosa que fue como el ave fénix: renacer de las cenizas” –
Líder social y defensora de derechos humanos exiliada en Europa
La historia de la Colombia migrante es, entre muchas otras cosas, la historia del renacer. Aquel casi siempre concebido de formas intangibles, inabarcables…invisibles. Ciertas veces procedente de una búsqueda voluntaria fuera de casa; algunas otras, como resultado de la materialización humana de lo inicuo.
La Colombia migrante ha renacido y resurgido mil y una veces. Resurge de la guerra, del dolor, de los tropiezos. También resurge en espacios que en su mayoría se ocupan, pero que no siempre se habitan. Ha resurgido a diario, apacigua, extrañando. Hoy toma la decisión de resurgir en un bullicio que siempre estuvo allí, pero que raramente fue escuchado.
Este año se expone al mundo, el primer festival de cine dedicado a la Colombia migrante que recopila y difunde decenas de manifestaciones artísticas elaboradas por aquellos y aquellas que tuvieron que salir de casa. Dicho espacio (pensado a raíz de un encuentro, para el encuentro) busca visibilizar la complejidad de los fenómenos de la migración y las consecuencias de estos en quienes tienen que vivirla. Abandonar el país no es fácil, muchas veces y por distintos motivos, el hacerlo genera secuelas emocionales que persisten en el tiempo, por lo que, el Festival de Cine Colombia Migrante busca ser un canalizador de sentimientos y, primordialmente, una oportunidad para formar una gran red de apoyo. Esto último seguramente será el legado más importante que dicha iniciativa nos deje: la identificación y generación de vínculos que no miden fronteras y que comparten experiencias a través de la distancia.
Con un variado catálogo que incluye un total de 28 piezas audiovisuales que podrán ser visualizadas por medio de una plataforma digital desde cualquier lugar del mundo, y más de quince proyecciones presenciales distribuidas en distintos países de Norte América, Sur América y Europa, del 24 de septiembre al 1 de octubre, toda persona que lo desee podrá disfrutar y participar de este gran encuentro, independientemente del lugar en el que se encuentre.
El Festival de Cine Colombia Migrante toma el exilio como tema principal de su primera edición, lanzamiento que coincide con la conclusión del mandato de la Comisión de la Verdad y la entrega del Informe Final, cuyo volumen “La Colombia fuera de Colombia” se dedica a exponer esta cruda problemática. Las piezas cinematográficas de la selección oficial acercarán al público a dicha realidad y le permitirán, cada una a su modo, tomar conciencia de un fenómeno que fue invisibilizado por muchos años en la historia de nuestro país. De esta manera, el cine cumple un papel indispensable en la sensibilización y construcción de memoria colectiva.
La programación también incluye una sólida lista de talleres y conversatorios que se realizarán a lo largo de la semana, en los cuales se podrá aprender sobre las experiencias y reflexiones de colombianos y colombianas migrantes que ofrecen una mirada al exilio desde distintos ejes temáticos.
Gracias al apoyo y gestión de múltiples entidades, colectivos y organizaciones de víctimas en el exterior (MECOPA, Defendamos la Paz Alemania, Generación V+, Comité Daniel Gillard, Colpaz Colombia, Movice, Unidad de Víctimas, etc.), alianzas como la de la Comisión de la Verdad y Rutas del Conflicto, y el arduo trabajo de un equipo que orgánicamente se extendió con el pasar de los meses, fue posible hacer de tan sentido y bello proyecto una realidad.
Hoy somos testigos de este renacer, uno de los tantos que Colombia tiene por mostrar. De la reconstrucción de un país que se resiste continuamente a quedar en el olvido, que persiste a pesar de todo lo que nos arrebató el conflicto. Las voces de los y las migrantes, a través del arte, se rehúsan a ser silenciadas ante quienes alguna vez les negaron habitar su propio espacio, y ante un Estado que en su momento falló en la protección de sus derechos.
El Festival de Cine Colombia Migrante es un espacio para compartirse y vivirse en colectivo, para abrazarse y encontrarse. Es un homenaje a todas las aves que tuvieron que salir de sus territorios y que hoy, con el espíritu de un fénix, se encuentran volando en algún lugar del mundo.
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